Soy de la opinión de que una madre siempre, siempre, debe considerar a su hijo el mejor. Desde bebé, cada logro que alcanza, cada pequeña mejora, debe recibir siempre la merecida atención. Bajo mi punto de vista ese orgullo de madre es imprescindible para que el niño crezca con la necesaria seguridad en sí mismo, y es que no hay nada como ver la cara de orgullo de su mamá para reforzar la autoestima de un niño.
Es por ello que, desde que nació mi hijo, he compartido cada pequeño logro con mi entorno con el mismo orgullo que si hubiera alcanzado las más altas metas. ¿Que mi niño se da la vuelva por primera vez? Lo grabo en vídeo, aviso a todo el mundo y lo subo a facebook, para que todos puedan verlo. ¿Que se pone de pie él solito en la cuna? Que no falte la foto para inmortalizar el momento, por supuesto enviada a todo el mundo y compartida en las redes sociales. ¿Que por fin se arma de valor y comienza a dar pasitos agarrado al sofa? Por favor, como buena madre babeante lo comparto hasta con la que me vende el pan. ¿Que me suelta un hermoso MAMÁ por primera vez que me deja temblando? Lo achucho como si hubiera ganado el Nobel, y acto seguido procedo a comunicárselo a toda la familia, amigos, redes sociales, vecinos y viandantes en general. ¿Que por fin se suelta del sofa y se va andando solito a ver mundo? Llamo a todo el mundo emocionada, lo grabo para que puedan verlo, lo subo a las redes sociales, lo envío y reenvío, y no paro de babear y babear.
En ese creciente orgullo maternal no tiene cabida la comparación. A mí me da igual si la hija de la vecina del quinto hizo todas esas cosas cinco meses antes o tres después que mi niño; me da exactamente igual si mi bichito empezó a andar muy pronto o muy tarde, si dijo su primera palabra antes que ningún bebé de su misma edad que conozcamos o si en general cualquiera de sus logros suceden antes o despues de lo que se estima «normal», y sobre todo ME DA EXACTAMENTE IGUAL si lo hace antes o después que otros bebés de su edad.
Eso no quiere decir que menosprecie los logros de otros niños, sino todo lo contrario. Cada logro de cada niño (o bebé) que conozco recibe toda la admiración y todo el reconocimiento que merece por mi parte, y su madre recibe de mí las más sinceras felicitaciones. Porque, repito, considero que las mamás debemos estar orgullosas de nuestros hijos.
Y si yo, en lugar de decirle, «qué bien, así que ya dice mamá! Que maravilla, es tan emocionante escucharlo» le dijera «Ah si? El mío ya lo dice desde hace dos meses». O cuando su nena por fin se suelta a andar, «Ah, ya anda? El mío se soltó a los siete meses, fíjate que ahora ya corre y todo», comprenderéis que estoy dinamitando ese orgullo de madre, y al mismo tiempo atentando también contra la autoestima de la criatura en cuestión.
Por desgracia, hay demasiadas madres que confunden términos y caen en esa estúpida competitividad de «el mío más», algunas llegando a puntos tan extremos y ridículos como inventarse logros inexistentes. Yo me he encontrado con mamás que, al decir yo que mi niño se había soltado a andar solito, me decían que el suyo también cuando sólo unos días antes ni siquiera se tenían en pie solitos… que afirmaban haber escuchado «mamá» desde los tres o cuatro meses, o que directamente se inventan la altura de la criatura, dando como resultado criaturas de un desarrollo extraordinario, y también menguantes, que un mes miden 75, al siguiente 80 (sí, 5 cm en un mes…. todos los meses… con más de un año), al siguiente 78, un mes despues 83… ejem ejem….
Dejando a un lado el comportamiento enfermizo de inventarse cosas (alguna debería mirárselo), el competir en los logros de los niños me parece ya no sólo una tontería supina, sino una falta de empatía para con las otras madres. Creo que es primordial que las madres sepamos ser también comadres, que valoremos la importancia de respetar el orgullo de las otras mamis, que aprendamos a escucharnos las unas a las otras, que nos respetemos entre nosotras, que respetemos el orgullo de cada mamá por su retoño. Con ello no solamente conseguiremos una mayor y mejor sintonía entre nosotras, sino que estaremos contribuyendo al correcto desarrollo de la autoestima de su pequeñín.
Así que queridas madres, practiquemos todas, aprendamos a ser comadres. Controlemos ese desmedido impulso de saltar con un «pues el mío….!!!» cada vez que otra mamá nos habla de su niño. Aprendamos a escuchar, a comentar, a aplaudir lo que nos cuenta, a comprender su orgullo de madre, y sobre todo a no comparar por comparar. ¡Disfrutemos el momento de cada una!.
Que entrada más fantástica! Me parece que has reflejado una realidad muy muy verdadera. Me gustó
Pues si.. estoy muy de acuerdo contigo! No habia caido en eso que dices de que empatizando con el orgullo de la madre ayudamos a la autoestima de su hij@. Justo trabajo en librarme de mis reacciones asi que esto que propones en el ultimo parrafo me viene que ni al pelo 🙂 Gracias! me ha gustado mucho el post!
Un beso!
¡Qué bueno! Estoy completamente de acuerdo contigo, de hecho tengo una entrada escrita en borrador pendiente de publicar que va justamente de este tema
@Sandra gracias, y bienvenida! Por cierto, me encanta tu blog, no sabía que era tuyo :)) Un beso!
@Carol me alegra que te sirva, a mí la reflexión también me sirvió mucho, aunque el resorte de hablar de mi niño sigue saltando jajajajaaj Un beso guapa!
@Silvia qué casualidad! Pues me encanta, estoy deseando leerla, y prometo encontrar dos minutos para comentar, que últimamente nunca lo consigo. Un besote también para tí!
Llegué a tu blog desde tuiter y me ha encantado! Tienes toda la razón, yo también estoy un poco harta del «y el mío más» esto no es una carrera, ni una competición, lo que importa no es el cuándo sino el qué. Espero que cada día seamos más comadres!!
A partir de ahora te sigo!!
Oye, acabo de ver que respondes los comentarios y ahora es cuando te pregunto: eres de CRYA? Si no lo eres, perdóname por confundirte, y si lo eres te acabas de ganar una bronca cariñosa: tú a qué estabas esperando para contarme que tienes blog? ;D
Fantástico post, me ha encantado. Tienes muchísima razón. Bravo comadre! 🙂
Madre mía, cuántas verdades en un sólo post!!!
@Mousikh como ya te contesté en tw ya sabías que sí que era yo 😉 Bienvenida guapa, y gracias por comentar!
@Belén, gracias guapa, bienvenida comadre 😀
@Mama (contra) corriente, qué bueno verte por aquí, me alegra que te guste el post, no se si son verdades pero es como yo lo siento 😉
Perdonadme por el retraso, pero los virus se han hecho amigos intimos de mi niño y llevamos todo el mes enfermos, así voy de retrasada… un besote gordo a las tres!
Fantastico post, Amen y no digo mas.
Tan simple y tan bien dicho! Ole, por mas comadres!!!
La verdad es que no puedo con ese «el mío más», de hecho si conozco a alguien así lo que hago es procurar no contar lo que hace mi hija para no empezar con semejante tontería.
Lo que yo creo es que los papás que necesitan que sus hijos sean «lo más», es precisamente porque necesitan cubrir por ahí su propia autoestima. Ahí lo dejo.
Un abrazo
Completamente de acuerdo contigo.
Has dado en el clavo!!! Como a ti me repatea esa estupidez supina de comparar.Afortunadamente me encuentro en mi entorno poco de eso, pero si lo «vivi» de cria y como duele a veces.
Un besito y tremenda y clara como siempre
A mi me ha pasado con una persona muuuy cercana y muuuy pesada, parece que siempre quiere decir ¡El mío más! Pues nada que si la hace feliz.
Si lo digo siempre, es que tenemos el enemigo en casa. Un tema fantástico para un post, yo también le dedicaré uno a este tema que tiene telita. Muac maja y mil felicidades por el retoño que está por venir
¿Y qué me decís de los que creen que empatizan diciendo «es normal»? Cuando tu niño hace algo -y no es el primer niño de la humanidad ni el último, solsamente es el tuyo y como tal todo lo suyo es importante- nada corta más el rollo que la listilla que te dice «es normal», «todos los niños lo hacen», «pues ya verás en dos meses»… Eso no es empatía, es un coñazo!!
Muy cierto! Y más de una vez he llorado por la comparación. Yo atesoro cada momento y cada logro de cada uno de mis hijos, pero no fue hasta M3 que aprendí un valor aún más grande.
La empatía es algo básico y todas lo predicamos pero a veces se nos va la boca cuando hablamos de nuestros niños. Me encanta tu consejo de ser mejores comadres. 🙂