La autonomía es la capacidad de tomar decisiones sin intervención de influencia externa. Este proceso dota de libertad al ser humano y es una necesidad a cubrir fundamental para lograr un desarrollo integral.
El de autonomía es un concepto que parece muy claro en los adultos, pero quizás menos en los niños y los bebés, a los que seguimos tratando con cierta condescendencia y ofreciendo un ambiente de protección excesivo, cuando lo más apropiado es ofrecerles mayor grado de libertad para que desarrollen sus capacidades sin intervención externa.
Incluso los bebés de menor edad son capaces de hacer muchas cosas por sí mismos y esto es lo que aquí desarrollaremos, claves dirigidas a que sean ellos mismos los que se desarrollen a un ritmo propio, siempre bajo la observación y la tutela de sus seres queridos.
¿Cómo medir la autonomía infantil?
La autonomía infantil se mide atendiendo a tareas necesarias para el desarrollo de bebés y niños e incluye aspectos como los hábitos alimenticios, la higiene personal y el descanso. En los primeros años de vida, y también más adelante, los adultos deben observar a los pequeños y tutelar, pero no dirigir sus comportamientos ni tratarlos como seres incapaces.
El hecho de que asimilen hábitos y comportamientos adecuados en materia de alimentación, higiene, descanso y también movilidad es fundamental para que ganen en responsabilidad. Los bebés y niños deben aprender desde las primeras etapas que son sujetos de pleno derecho pero que también tienen capacidades y también responsabilidades, y que con buenos hábitos y trabajo, sus metas podrán cumplirse.
No obstante, para lograr estos objetivos es importante que los pequeños se desarrollen en un ambiente emocional y físico adecuado. Los adultos deben tener una buena comunicación con los niños, respetar sus ritmos y acompañarlos y cuidarlos, pero que ese acompañamiento sirva como guía, no como imposición.
La autonomía infantil y los hábitos de alimentación
La alimentación es un proceso muy adecuado para enseñar a los bebés y niños hábitos de comportamiento correctos porque se trata de una actividad rutinaria. Así, es importante que los pequeños se laven las manos antes y después de comer, utilicen la servilleta para limpiarse, aprendan a usar los cubiertos, mastiquen bien los alimentos, respeten la comida de los compañeros si comen en la guardería o el comedor escolar y, por supuesto, colaboren en las tareas de recogida.
A esto se suma el ganar en paciencia y mantenerse sentados durante la comida. Para los niños más pequeños, un artículo de movilidad infantil que ayuda a impulsar su autonomía son las tronas infantiles, como las que encontramos en el portal Trona Bebe online, un referente en internet en análisis y opiniones sobre estos dispositivos que, además, incluye las mejores ofertas.
Con respecto a los hábitos alimenticios y la autonomía, los expertos diferencian las edades de los niños. Entre los 2 y los 4 años es el momento perfecto para que los niños comiencen a comer solos y es también el momento para que aprendan que deben limpiarse en caso de mancharse.
De los 3 a los 6 años, ya un poco más mayores, pero ya deben ir aprendiendo a usar cuchillo y tenedor (es responsabilidad de los adultos estar atentos a qué cuchillos utilizan), limpiarse solos y ayudar a colocar y recoger la mesa. En cualquier caso, para ayudar a los pequeños en esta tarea, los consejos de Madre Millennial pueden ser de gran utilidad, especialmente en las edades más tempranas.
El descanso: ¿cuánto deben dormir los niños en la primera etapa de la infancia?
En las primeras semanas de vida, los bebés pueden dormir una media de 15 a 16 horas semanales, repartidos entre la noche y las siestas diurnas, y con despertares entre medias para comer. Conforme van creciendo, las tomas se reducen, y también se reduce el tiempo de descanso. En contraposición, pueden aumentar los despertares, pues el bebé comienza a ser consciente del mundo que le rodea, y su cerebro en crecimiento sufre cambios que influyen en la fluidez del sueño.
Los expertos aconsejan que el bebé permanezca en la misma habitación que la madre al menos hasta los seis meses, y de ser posible hasta el año de vida. El cambio a la cama podría realizarse a partir de los dos- tres años, aunque es algo que siempre debe depender de cada pequeño, ya que cada uno evoluciona de modo distinto, y no todos están preparados a esa edad . A partir de esa edad y hasta los cuatro años es también cuando comienza a despertarse sin llorar, aprende a despedirse antes del sueño y adquiere la noción de que debe quitarse la ropa para dormir.
Ya con más madurez, entre los 3 y los 6 años comienzan a comprender la importancia dea respetar el descanso del resto de miembros de la familia, se viste y se desviste por sí mismos y empieza a tomar conciencia sobre el cuidado de su propia cama.
La higiene y el cuidado de su propio cuerpo
Un tercer conjunto de hábitos que ayudan a los pequeños ganen en autonomía y conozcan mejor su organismo y a aprender a comportarse en sociedad tienen que ver con la higiene. Es a partir de los 2 años cuando los niños pueden comenzar a utilizar el orinal, lavarse las manos y secárselas, pedir ayuda para limpiarse si están manchados y, por lo tanto, diferenciar entre estar limpios y sucios. Es importante el «pueden», ya que el abandono del pañal es un proceso totalmente madurativo, en el que tienen que estar preparados a nivel neurológico y también a nivel físico, y esto sucede en cada niño a un ritmo distinto.
Al tiempo que van haciéndose más mayores, ganan en madurez y esto les permite ser conscientes de que después de ir al baño hay que limpiarse y que en los momentos de aseo y en las duchas han de enjabonarse, enjuagarse y secarse, así como sonarse la nariz, adquirir higiene bucal y dejar limpios los espacios que utilicen.
Estos hábitos, y muchos más, deben ser potenciados por los adultos, que han de servir como guía, cuidador y acompañante.