Pablo Iglesias VS Hilario Pino

Pablo Iglesias VS Hilario Pino: dos tontos muy tontos

¿Sabes esos días en que, milagrosamente, te puedes sentar en el sofá y poner la tele un rato? Eso me pasó el otro día, y zapeando me encontré en La Sexta una gresca (imposible definirlo de otro modo) entre Pablo Iglesias e Hilario Pino.

Lo cacé justo en el momento en que Hilario Pino le preguntaba a Pablo Iglesias si el partido no merecía un sacrificio, en alusión a la coincidencia de la baja de paternidad de Pablo Iglesias con el momento más convulso de su partido. Éste es el fragmento:

Lo primero que me llamó la atención fue la expresión corporal de Pablo Iglesias: chulesco, desaliñado, desafiante; parecía más que viniera de una guerra que de cuidar a sus hijos. Hilario Pino, por su parte, despectivo y hasta casi diría que con aire de superioridad. Y conforme uno y otro iban abriendo la boca, mi indignación, cabreo y ganas de darle una señora COLLEJA a cada uno de ellos , de parte de sus santas madres y de todas las madres de este planeta, iba creciendo en mi interior.

Empecemos por Hilario Pino, que será más breve. A ver, señor Hilario Pino, le voy a explicar una cosa. Eso de «podría haber contratado usted a alguien para cuidar a sus hijos», esas caras de desprecio mientras Pablo Iglesias le contestaba, ese «y cree usted que eso no se lo van a tener en cuesta ni los votantes ni los inscritos, que haya usted priorizado su faceta como padre a la de responsable político«.

Creo que en ese momento me desdoblé, entré en la pantalla y le dí una colleja con toda mi alma.

Hola, me llamo Hilario Pino y me creo que los niños se crían solos debajo de las setas.

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Quizás ha sido el papel que le ha tocado representar, pero las palabras y actitud de Hilario Pino son el reflejo del mayor problema que tienen los niños, los bebés, en la actualidad: el desprecio a sus necesidades y a la importancia de sus cuidados. Es terrible escucharle hablar así en la tele, pero lo cierto es que este señor ha verbalizado lo que, por desgracia, mucha gente -especialmente hombres-  opina.

Y es que claro, el macho alfa tiene que estar siempre ahí, al pie del cañón. Las cosas cambian si se trata de una mujer, claro, que todas recordamos la que les cayó a Carme Chacón y a Soraya Sáez de Santamaría por incorporarse antes de tiempo de sus permisos. Porque claro, ellos tienen que incorporarse inmediatamente, pero ella NO, ellas a cuidar a los niños. That’s Spain, amigas.

Pero ojo, que el amigo Iglesias no le fue a la zaga a su contrincante ni en absurdo ni en machismo. Para empezar, por sus aires triunfales por haber estado ¿2 meses? de permiso paternal, que ni que fuera Leónidas volviera victorioso de la Batalla de las Termópilas.

Mire usted, señor Iglesias, yo estuve 5 meses de permiso maternal -el «tiempo extra» no remunerado- por cada uno de mis hijos,  y no pedí que me recibieran en la oficina con vítores y aplausos, ni me pavonee por todas partes como si viniera de salvar a la humanidad. Ni yo, ni ninguna de las más de 300.000 mujeres que cada año somos madres en este país. Debería tener un papel más humilde y más consciente de que lo que usted ha hecho, desde su chalet de 600.000 euros, es una nimiez comparado con los malabares que cada día hacen cientos de miles de mujeres en nuestro país, muchas de ellas con sueldos precarios y la gran mayoría jugándose -o perdiendo- su empleo.

No, sr Iglesias, para empezar usted se equivoca legal y léxicamente, usted no viene de disfrutar el permiso paternal compartido con su mujer; usted viene de disfrutar el permiso MATERNAL que SU MUJER ha compartido con usted. Lo dice la ley muy claramente, por mucho que usted se empeñe en tergiversarlo a su conveniencia. Y es una diferencia notable e importante, pues pasa de ser protagonista de un derecho, a ser cesionario -aunque yo le llamaría usurpador- del mismo. No es lo mismo, ¿verdad?

Pero es que, para seguir, Sr Iglesias, habla usted de que viene de «limpiar culos y cambiar pañales» con una chulería y desprecio que no dejan lugar a dudas de su opinión respecto a la crianza. No me cabe duda que siente que ha hecho un grandísimo esfuerzo durante esas semanas que se le deben haber hecho eternas. De que se debe haber recordado a sí mismo que esto lo hacía por su partido, por su país. Pero se le olvida, señor mío, que esto en realidad lo debería haber hecho por y para sus hijos, que son total y absolutamente dependientes de usted y de su señora esposa.  Algo me dice que su teléfono de trabajo no ha dejado de funcionar, porque una cosa es no figurar y otra cosa desconectar,  ¿verdad?

Porque si  hubiera usado esas semanas de permiso para su auténtica finalidad, si de verdad se hubiera implicado en lo que es y en lo que supone la crianza de un bebé en sus primeros meses de vida, se habría dado cuenta de la tremenda aberración que supone separar a un bebé de tres meses y veinte días de su madre.  Se habría dado cuenta de que nunca debió pedir a Irene compartir su permiso maternal. Y habría regresado antes diciendo: «señores, me he equivocado. No quiero compartir el permiso maternal de mi mujer. Quiero a mis hijos lo mejor para su salud física y emocional, y eso es estar con su madre. Quiero un permiso paternal de 4 meses, pero también un permiso maternal de 6 meses, porque les necesitan más a ellas que a nosotros, porque no puedo pretender que haya igualdad cuando desde el momento en que son concebidos ya no la hay: pasan nueve meses dentro de su madre, sin tener ni puñetera idea de que ahí fuera hay alguien llamado «papá». Me he dado cuenta de lo equivocado que estaba, ser padre me ha hecho abrir los ojos y entenderlo, y quiero desde aquí dar mi apoyo a todas las compañeras madres que ahora mismo están sufriendo por tener que separarse de sus hijos e hijas sabiendo que es demasiado pronto. »

Le hubiera quedado tan bonito, señor Iglesias… me atrevería a decir que hasta épico. Eso sí que hubiera sido digno de Leónidas.

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Pero no, prefirió decir algo que le pareció más correcto:

Mire usted, en estos casos lo que suele suceder es que los niños se quedan con la madre. Y eso es una vergüenza.

Le aplaudo la parte en que rebatió tajantemente que es su responsabilidad como padre, y que es una vergüenza que el hombre se lave las manos para volver al trabajo -y a la gloria, que cuidar a los hijos no lo es, se ve- y deje su responsabilidad en mano de la madre. Lo es. Pero me resultó flojo y falto de argumentos, lo cual es lógico porque su único argumento debía ser el de colgarse la medallita de padrazo. Podría argumentar algo tan sencillo como que si todo el mundo hiciera lo mismo, ¿qué sentido tendrían entonces los permisos? ¿o es más importante su cargo que el de un neurocirujano? Podría haber dado tantos argumentos… pero no los tiene porque no cree en ellos.

Pero es que además, señor Iglesias, cuando el pobre de Hilario Pino le dijo eso de «que haya usted priorizado su faceta como padre a la de responsable político«, estoy segura de que le habrían sobrado argumentos con que rebatirle y dejarle sin respuestas. Como por ejemplo, que no hay nada más importante en el mundo que la vida de un hijo, y más aún cuando este está en sus primeros meses de vida, y ya no le digo en un caso como el de sus hijos, que han sido grandes prematuros. Y que, aunque es verdad que podemos ser sustituidos, eso deja una huella en su cerebro que siempre acarrea consecuencias futuras. No hay más que molestarse en preguntar a un psicólogo experto en apego, podría haberlo invitado al  programa para acompañarle. Le puedo sugerir a Lucía Fernández y Laura Perales, o si prefiere una psiquiatra a Ibone Olza; aún está a tiempo de hablar con ellas e instruirse si lo desea.

Podría haber explicado que ese es uno de los motivos por los que defienden la prolongación de los permisos de maternidad y de paternidad, y es también es el motivo por el que los países más progresistas cada vez los alargan más. Los votantes, el partido, el país, van a seguir ahí, no se van a ir a pique. Pero además, cientos de miles de mujeres lo hacen en este país cada año.

Podría haber apuntado que habría hecho una muy pobre defensa de la prolongación del permiso de paternidad si renunciara a él a la primera de cambio. ¿Qué mensaje estaría enviando a empresarios y a empleados? ¿Es ese el mensaje que les quiere lanzar, que el trabajo es más importante que su vida, que la vida de sus hijos? ¿Que los cuidados no tienen valor ni son necesarios? ¿Que lo que han hecho las mujeres históricamente con bebés, niños y ancianos es algo carente de valor? ¿Nos olvidamos entonces de la conciliación, es eso? ¿A qué clase de sociedad aspiramos entonces?

Pero no. No ha entendido nada. Ni ha aprendido nada. No ha querido hacerlo. Y nos ha dejado muy claro que todo esto de la igualdad , la conciliación y la corresponsabilidad son cosas que quedan muy bien en el programa político, y por eso las ha aceptado. Pero sin duda no van con usted, porque si lo fueran le sobraría pasión para defenderlos.

No, señor Iglesias, no está más preparado ahora que antes para ser presidente. Ni lo estará nunca, porque ha desperdiciado una oportunidad de oro: la que nos dan la maternidad y paternidad de colocar nuestra escala de valores en los parámetros adecuados.

Y estos son los progres que van a mejorar nuestra sociedad. Que el fin del mundo nos pille confesados.

 

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